Austin es un paraíso para cualquier foodie. Por ese motivo, mi gran sueño desde que llegué a la ciudad en 2017 era enseñar sus virtudes culinarias a mi madre, una sabia culinaria cuya cocina haría palidecer cualquier chef galardonado con las máximas distinciones. Desgraciadamente, el cáncer se la llevó a otro mundo mejor hace apenas un par de meses. Era demasiado buena para este universo que ahora se confina en casa buscando renacer.
Se quedó cerca de caminar por los jardines del Capitolio, sentir la brisa del río en sus caminos, contemplar el atardecer del Mount Bonnell o degustar alguno de los restaurantes de los que tanto hablamos en aquellas interminables conversaciones de Facetime. Austin nos unió a pesar de la distancia mucho más que ninguna otra circunstancia en la vida. Este es un homenaje a esa gran mujer y a su legado de la que os hablaré más adelante y también a la maravillosa ciudad de Austin.
Ven a saborear los lugares más exquisitos de Austin. Comparte conmigo y con mi madre momento únicos en torno a las mesas más sabrosas de la ciudad.
Como estar en casa
Mi madre era una fanática de la carne. Había nacido en un pueblecito de Asturias, aunque muy joven, en plena postguerra española, se trasladó a Oviedo, la capital de esa región situada al norte de España. Como supo lo que es el hambre, disfrutaba enormemente viendo comer a los demás hasta saciarse. Algo que podría haber saboreado en Salt Lick. Su estilo barbacoa conjuga muy bien con Asturias, donde los verdes pastos que consumen las vacas al aire libre producen una carne tanto o más buena que la texana. El menú All you can eat la hubiera maravillado con su exquisito brisket, pull pork, salchichas y demás delicias.
Nuevas experiencias en Austin
Ella era una fanática de la cocina tradicional asturiana y española pero no le hacía ascos a la gastronomía mexicana, tan colorida y deliciosa. Gabriella´s, como os hemos contado recientemente en este artículo (en inglés), hubiera sido un jardín de exploración para mi madre. Hubiera quedado embelesada con sus cócteles y cervezas preparadas. Las gorditas, el choriqueso y los tamales le hubieran entusiasmado al son de la música y una conversación fascinante sobre la vida. En el patio, mi madre contemplaría la ciudad atónita, admirando la belleza de su radiante downtown.
Una dulce perdición
La perdición de mi madre siempre habían sido los dulces y los helados. A pesar de sus problemas con la diabetes, nada le robaba una sonrisa como un buen chocolate suizo o un dulce helado. Desde luego, los mejores helados de Austin hubieran sido una perdición para ella. Imagino que el chocolate belga o el French Vanilla hubieran sido sus elecciones más recurrentes en cuanto a sabores. Desconozco los toppings que hubiese elegido, aunque me imagino que hubiera probado diversas y sabrosas combinaciones llenas de creatividad y amor.
Encontrarse con el mito
Mi madre era una fanática del Western y le fascinaba la cultura y la vida americanas. Estaba muy ilusionada con recorrer Texas como si fuese su admirado John Wayne. Un clásico de Austin que evoca esa vida fronteriza y los viejos sabores texanos es Franklin’s. Hacer la mítica cola del local para acceder a su interior se le hubiera hecho largo porque le costaba mucho estar de pie mucho tiempo, pero estoy seguro que la mejor carne texana hubiese estado a la altura de sus altas expectativas.
Fusiones y pasiones
Las carnes fusionadas de Loro eran otro de mis deseos foodies que quería compartir con mi madre. Ella no era muy asidua a los sabores asiáticos, pero estoy seguro de que se hubiese enamorado de la fusión texano-japonesa de Loro. Una velada que podría haber empezado en su patio disfrutando un buen sake o una cerveza artesanal para terminar en su interior de madera degustando alguna tempura o la hamburguesa que tantas veces le señalé como mi favorita.
La vida es un Tango
Llevo enamorado de este restaurante desde que lo descubrí. Nunca lo he visitado porque estaba deseando probar por primera vez sus carnes o su Tres Leches con mi madre. Una experiencia que solo podré realizar en su memoria, sin ella. Una lástima.
La vida es un tango, solía decir con sabiduría. Su madre había nacido en Buenos Aires, por lo que esa conexión argentina era un síntoma de que este lugar le hubiera fascinado,
Además, en Asturias, cuando yo era pequeño proliferaron decenas de asadores argentinos y mis padres se hicieron acólitos de los sabores de la parrilla argentina. La carne asturiana y el estilo argentino son el perfecto matrimonio y en lugares como El Gaucho Fierro o La Nozana en Oviedo celebramos cumpleaños y pasamos domingos felices. Estoy seguro de que esa sensación se hubiera repetido en este coqueto local que nos traslada a la capital argentina.
Sabores Latinos
Takoba es una delicia que fusiona cocinas tan exquisitas como la mexicana, la cubana o la venezolana, con técnicas europeas y gastronomía española. De ello os hablamos en nuestro artículo especial sobre este precioso lugar. Sus arroces hubieran sido uno de los platos favoritos de mi madre en Austin. Ella adoraba el arroz, en especial la paella. La suya era insuperable pero ese Arroz a las tres vueltas del Takoba le hubiera entusiasmado. También la decoración y la ubicación de este lugar, ideal para que mi madre pudiese interactuar con la vida cultural de la ciudad.
Placeres Redondos
Mi madre no era una fanática de los donuts. En España, existe una deliciosa variedad de dulces autóctonos, por lo que nunca sintió pasión por los donuts. A pesar de ello, me hacía mucha ilusión que descubriera los auténticos donuts americanos. El mejor representante y el más estético de estas delicias esféricas es el Voodoo Doughnuts. Su estilosa decoración la hubiera trasladado al sabor genuino del donut. Mi favorito, el del glaseado rosa, quizás no sería su opción preferida que oscilaría entre el clásico o el de chocolate.
Un clásico helado
Todo el mundo vive enamorado de Sandy’s desde los años 50. Yo no podía ser menos. Su estética clásica me fascina, sus hamburguesas están entre mis favoritas, pero el secreto más exquisito de la cocina de Sandy’s no son sus legendarias hamburguesas sino sus helados. El de Hot Fudge hubiera sido una peligrosa tentación para mi madre debido a su diabetes. Estoy seguro de que sería una de sus recurrentes peticiones.
Un café para recordar
Buena música, el mejor café de Austin y cervezas artesanas en uno de los patios con más magia de la ciudad. Muchas de las tardes texanas de mi madre hubieran acabado allí. Entre sonrisas, historias y buenos consejos las veladas serían recordadas para siempre. Mi madre hubiese sido feliz bajo la sombra de sus árboles.
Una taberna al estilo western
La cerveza artesanal de producción local es una de las maravillas que esconde Austin. Mi madre no era una fanática de la cerveza, pero estoy seguro de que hubiese disfrutado enormemente de este acogedor lugar. Un paseo por la calle César Chávez y sus galerías hubiera terminado con una buena hamburguesa u otra de las delicias de la carta informal de este lugar regado por una buena cerveza local.
El Taco de Austin
Entrar en Juan in a Million es una experiencia única. Sin duda, el desayuno perfecto se sirve allí. Hubiera sido precioso poder ofrecerle a mi madre la oportunidad de saborear la exuberancia de la cocina mexicana en este icónico lugar. Como cierra temprano hubiéramos madrugado para estar listos para devorar un Taco Juan in a Million. Quizás nos tendríamos que haber llevado más de la mitad para casa, pero solo con ver sus ojos de sorpresa ante este gigante plato hubiera valido la pena.
Olor a Rock
Si hay lugar que evoca a la América más rockera, es el Casino El Camino. Rock, Bloody Marys y las mejores hamburguesas de Estados Unidos hubieran hecho las delicias del exquisito paladar de mi madre. Una experiencia que estoy seguro de que no dejaría de contar a todas sus amigas en Asturias.
El símbolo de Texas
El icono de la cocina texana hubiera sido nuestro primer destino, una vez hubiéramos bajado del avión. No estoy seguro de si la Sweet & Spicy, mi favorita, hubiera sido la elección de mi madre. Quizás ella se hubiera decantado por el Menú número 1, sin lechuga, ya que ella había sufrido una operación de estómago años atrás y no podía digerir ningún vegetal. Una experiencia puramente texana que mi madre jamás olvidaría.
Por todos esos momentos y consejos y aquellas sonrisas que brotaban de tu cara al vernos en la pantalla del iPad. Por toda una vida de dedicación. Por ese amor imperecedero. Por tu bondad incomparable y tu ejemplo de lucha y supervivencia. Por esa modernidad y esa claridad que tenías para hacerme ver el mundo más sencillo. Por haber sobrevivido a una postguerra, una dictadura fascista, un cáncer y una viudedad con esperanza. Por todo ello y más, estas palabras van para ti, mamá. Soñaré siempre que vienes a verme a Austin.
Te quiero, mamá.
*A la memoria de mi madre
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