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Estambul: Balat, el barrio del resurgimiento cultural

Estambul: Balat, el barrio del resurgimiento cultural

Estambul es una de las ciudades más fascinantes que el hombre puede ver. Cuna de civilizaciones, castigada, renaciendo de sus propias cenizas. Es un espectáculo para los sentidos, bañada siempre por una luz mágica en su estratégica ubicación en el cuerno de oro.

Siendo la única ciudad del mundo que se encuentra a la vez en Europa y Asia a la vez, reúne una gran cantidad de atractivos de toda índole. Su gastronomía, sus atardeceres, su aire decadente. Su monumentalidad, ver la grandiosidad de aquellos que dejaron su huella. Estambul no es sólo un destino para conocer, sino para hechizarse por su magia.

Viajé a Estambul por primera vez en el año 2011. Venía de cruzarme China de norte a sur, Quedé impresionada ante tanta belleza, arte, es algo indescriptible La convivencia de religiones, algo que la hace especial. Prometí volver para explorarla a cada palmo y así hice.

Istanbul

Cada barrio denota su fuerte identidad. Es cruzar una calle y darte cuenta del legado histórico que lo representa. Dado que tuve tiempo, decidí cruzar las fronteras turísticas para adentrarme en otros puntos de la ciudad donde puedes tocar la cultura local, mezclarte con ella. Me gusta saborear los barrios, lo reconozco.

Un paseo por el Bósforo

Eyüp, o una de las mezquitas más importantes del Islam era la primera parada. Desde muchos de los muelles se pueden coger los ferry’s locales, que unen los diferentes barrios por una cantidad irrisoria para los visitantes y que te permiten ver la ciudad desde el agua, sin necesidad de sumergirte en los cruceros turísticos. Tiene un sistema de líneas que se unen cruzando las aguas o bien de punta a punta, o simplemente, cruzando de una orilla a otra.

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Así que aprovechamos para ir en una tranquila travesía hasta este barrio tan tradicional. No son muchas las guías que se adentran en él y es que quizás, todo este área se aleja un poco de los grandes hitos de la ciudad. Pero como cronista urbana que soy, no dudé en adentrarme en sus calles de bazares locales, cafés.

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Tras una vuelta por la mezquita, fuimos a lo que sí considero que es un lugar más popular: el café Pierre Loti. El nombre no suena especialmente turco y es que este escritor, como otros muchos coetáneos, buscó la belleza romántica en estas ciudades impregnadas de cultura. Por ello, el café se acabó llamando como el escritor que tantas tardes pasó allí, como residente del barrio.

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Para acceder el café hay dos opciones: cruzar un cementerio lleno de colinas o bien coger el teleférico, por el mismo precio que un billete sencillo en autobús. Dado que el calor era sofocante cuando estuve, opté por la opción más cómoda. Se trata de un lugar sencillo, pero con unas vistas hacia la ciudad que difícilmente borrarás de tu retina.

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Balat, la siguiente parada

El preludio ayudó a enamorarme un poco más de Estambul pero tenía un objetivo definido para el día: Fener y Balat.

La exquisita amabilidad del pueblo turco me llevó a bajarme en la parada correcta ya que cogí un autobús urbano para ir desde Eyüp a Balat. Y parece mentira que a unos 15 minutos en este medio nos traslademos a siglos de historia.

Una vez paras allí, respiras la vida costumbrista la ciudad. Mujeres realizando la compra diaria, la ropa tendida en cuerdas de edificio a edificio. Niños que corretean por las empinadas calles. Vida de barrio.

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Nuestra primera osadía fue ir a visitar San Salvador en Cora, en una de las colinas. Es sin duda uno de los ejemplos más espectaculares de arquitectura bizantina y aunque el paseo no es muy confortable por las pendientes (y los más de 30 grados que hacía a un 90% de humedad), merece la pena la recompensa final. Un tesoro más.

Pero aún quedaba algo más que descubrir en esta zona. Siempre que viajo, me gusta medir de forma precisa el pulso a las ciudades y cómo no, a las vanguardias. Toda ciudad, por clásica que sea, tiene ese pequeño reducto que se abre al mundo actual.

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Y aunque Estambul se apoye mucho en la tradición a la hora de vender su oferta turística, es un país mucho más abierto y cosmopolita de lo que podemos imaginar. A nivel turístico sería impensable obviar sus maravillas arquitectónicas y naturales, pero empieza a tener un núcleo duro donde otros factores cobran peso: tiendas de diseño local, galerías de arte, restauración mirando al futuro.

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Por estas razones, quería conocer Fenen y Balat, los antiguos barrios judíos y griegos respectivamente. Como todos estos núcleos, corren el pequeño inquietante riesgo de gentrificarse, aunque aún gozan de poder compartir la vida cotidiana con cafés modernos, tiendas vintages y mucho color.

Surcando los barrios de Estambul

Lo denominan barrio hipster pero más allá de eso, creo que Balat está destinado a que los ciudadanos encuentren otras huellas de identidad, con aires renovados, en su propia ciudad. No vi turistas, salvo a mí con mis acompañantes, pero sí vi jóvenes emprendiendo, cosa que me agrada y me genera admiración a partes iguales.

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Balat es uno de esos barrios que te inspiran. Su arquitectura permanece intacta, sus casas de colores hechas en madera que afortunadamente han sido recuperadas gracias a la intervención de la Unesco, le hacen todavía más vivo.Se une el ambiente, que como indiqué antes, es un auténtico crisol, generando estampas especiales. Pasear por Vodina Caddesi es un deleite y ver cómo uno de los barrios más empobrecidos de la ciudad, compuesto hasta hace poco por refugiados, es una delicia.

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Además, y aunque la gastronomía local me fascina, a veces uno necesita ese bocado más occidental. Por ello, dejamos caer nuestros cansados cuerpos en Cooklife Balat, un lugar con encanto, gusto y mucho wifi.

Un abrazo a la comfy food y las delicias europeas, que cuando uno lleva varios días en un país exótico, el organismo pide otras cosas. Con precios también más cercanos a los que acostumbramos manejar en Madrid, comimos de lujo en un sitio acogedor, tranquilo y estiloso.

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Volviendo a la clásica Estambul

Acabar paseando por las calles adyacentes y cotilleando sus tiendas de curiosos artículos de segunda mano es un cierre maravilloso a la tarde para coger uno de los ferrys municipales que te devolverán a la caótica y abarrotada Estambul. Misma ciudad pero a dos niveles.

Siempre recordaré ciertas estampas y cómo no, os invito a que lo hagáis vosotros mismos en cuanto se pueda viajar.

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