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Putochinomaricón: Pop y activismo para despertar conciencias

Putochinomaricón: Pop y activismo para despertar conciencias

Putochinomaricón es una bocanada reivindicativa que arrasa con prejuicios y olor a naftalina como un huracán. Su sensibilidad e inteligencia lanzan mensajes sencillos a través de un pop incendiario en los que visibiliza la normalidad de los extranjeros, los discriminados y los diferentes sexuales. Nunca lo cotidiano había sido tan político.

Chenta Tsai tiene esa efervescencia creativa típica de los nacidos en los 90 pero encarna una vida llena de desmentidos a los prejuicios más repetidos en un país tan prejuicioso como España.

Su juventud le incluye en el paradigma milennial pero lejos de permanecer impasible ante la falta de oportunidades combatió desde muy pequeño para luchar por un mundo mejor. Estudió desde los cinco años en el conservatorio, se graduó en arquitectura y como parte de su búsqueda como transmisor de mensajes comprometidos se topó con el pop, las redes sociales, la literatura, el periodismo y el activismo como punto de partida vital.

Este polifacético artista de origen taiwanés también desmiente el tópico de asiático que abre un bazar o un restaurante o el de gay consumista. Su música confronta estas realidades y te hace pensar mientras bailas. Una conversación con Putochinomaricón desvela una de las mentes más fascinantes del panorama cultural español. Hablamos con él de activismo, sexualidad, pop y prejuicios. Como el propio Putochinomaricón suele decir: “Tu revolución no me interesa sino puedo bailar”.

Tu revolución no me interesa sino puedo bailar.

Siempre has estado muy conectado con tus raíces. Este pasado verano te has ido a Taiwán por lo que hemos visto en tus redes, que por cierto, nos flipan. ¿Cómo es volver a la raíz?

Este año he conectado un montón con mi identidad. No solo en la parte de mi taiwanitud sino en todo lo que concierne a mi sexualidad. He estado en contacto con colectivos queer, que allí se dice cu’er, que significa juventud guay. Es fascinante. Me apetece mucho volver.

Tu nombre artístico es una ostia bien dada a los prejuicios. Cuéntanos qué es lo que representa Putochinomaricón.

Es una apropiación de un insulto que crecí escuchando. Tomé la teoría queer que reivindica estos insultos y se apropia de ellos neutralizando su significado. Mi obra gira en torno a eso. Pillo todo lo que me ha hecho sentir pequeño o me ha oprimido y me empodero con ello de una manera divertida. Porque tu revolución no me interesa sino puedo bailar.

 

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The real debate here is – Digimons or Pokémons?

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¿Qué cosas de la cultura taiwanesa crees que deberíamos absorber los españoles y qué cosas de la cultura española deberían adoptar allí?

Mutuamente tenemos que escuchar nuestras sexualidades ancestrales. La historia de Asia es muy rica y nos puede dar pistas sobre el trato a las disidencias sexuales antes de que entendiéramos nuestras disidencias desde un punto occidental o normativo.

¿Qué te has encontrado con más frecuencia en España: xenofobia u homofobia?

Es complicado de decir. No me gusta crear una jerarquía de opresiones. Están tan entrelazadas que no te sabría decir cual se impone.

¿Formas parte de algún colectivo?

Siento que estoy omnipresente en muchos espacios. Estoy en SOS Racismo Madrid, organizando el 11N que es una manifestación contra el racismo. El año pasado quisimos basarnos en el Octubre Trans, creando una serie de eventos a lo largo de todo el mes que giran en torno al anti-racismo. Estoy muy involucrado también con la diáspora china, con organizaciones como el Colectivo Oryza, un colectivo asiático anti racista de Madrid, y tengo mucho contacto con Catàrsia que está en Barcelona y otros colectivos madrileños.

Hace poco organizamos un evento que se llamó Queer Asia junto a SOS Racismo. Me gusta prestar mi cuerpo para apoyar estos eventos o para recaudar dinero para una caja de resistencia. Siempre intento estar.

Madrid
Putochinomaricón en Madrid

Nos gustaría que nos contaras acerca de Orgullo Crítico y los motivos que te han llevado a apoyarles.

Siento que el orgullo mainstream representa unos ideales desvinculados de la lucha original. Se le está dando más importancia al capitalismo rosa y a que empresas que no tienen nada que ver con nuestra lucha se lucren. Y se presenta un tipo de cuerpo muy específico. Orgullo Crítico es un lugar de debate y de discusión donde se intenta buscar esa pluralidad que no encontramos en el otro Orgullo.

Mucha gente te empieza a ver a Putochinomaricón como un icono. ¿Cómo lo llevas?

Siempre me he considerado parte de la lucha. No me doy cuenta de estas cosas porque estoy muy metido y desde dentro no las veo. Me considero uno más de los muchos activistas que luchan en contra del racismo o de la homofobia. No me veo un icono, solo un cuerpo desobediente más que está harto del sistema heteropatriarcal y racista.

Lo personal es político.

¿Cuál es tu proceso a la hora de componer tus temas?

Espero que mi trabajo sea lo más sincero posible. Por eso me baso en mi vida, en el costumbrismo total. Lo personal es político, lo cual es un lema feminista que siento propio y mi forma de acercarme al activismo es desde ese lugar. Por ejemplo, tuve un programa en M-21 que se llamaba Nada Especial, que nos ha quitado el nuevo alcalde. Invitábamos a voces de diferentes sexuales para hablar desde sus experiencias vitales y su día a día desde un punto de vista normal y cotidiano.

Siempre he reivindicado eso porque siento que en la política usan un lenguaje no accesible a todo el mundo, porque no todos hemos tenido el privilegio de haber tenido acceso a estudiar. Quiero ser lo más sincero y lo más directo posible para que el mensaje resulte accesible a través de herramientas tan accesibles como el pop. Por eso amo el pop.

¿Te sientes más a gusto produciendo o actuando?

Me encanta producir. Depende del momento. En ciertos momentos solo quiero estar en el estudio, sentado en el suelo apoyando el ordenador en la silla del piano componiendo. Esto va cambiando. En época de festivales estoy a full y solo quiero cantar.

¿Cómo fue el proceso de grabación de Miseria Humana, el primer trabajo de Putochinomaricón para Elefant Records?

La verdad que fue un experimento. Nunca había trabajado con tanta gente. El primer EP fue totalmente autoproducido. Con Miseria Humana tuve muchos más recursos tras haber firmado con Elefant Records. Estoy aprendiendo a trabajar en equipo que aún me cuesta. A pesar de ello trabajé con un cuerpo de trabajo muy interesante que gracias a ellos he podido experimentar diferentes sonidos. Como en Ojalá, que es más punk-pop o Doble clic azul que se asemeja más a la estética del primer EP.

¿Qué músicos te molan y te influyen a la hora de componer?

Extrañamente no me influyen tantos músicos como los artistas o los conceptos. Ahora estoy intentando volver atrás y conectar con mis raíces. Mirar hacia la MTV Taiwán y lo que producía, los artistas que aparecían ahí.

Aunque, más que artistas son los medios los que me inspiran. Un ejemplo es la Play Station 1, que fue una parte muy importante de mi vida, porque al ser un niño marginado, no tenía amigos y estaba todo el día jugando a la Play. También estoy muy inspirado en el feísmo. Cuando reivindicas el feísmo también reivindicas una disidencia porque el feísmo representa una belleza que no es normativa.

Putochinomaricon
Chenta Tsai – Putochinomaricón

No obstante, gente como Hydrogenesse, Astrud, John Case, Grimes, Slater, Dorian me inspiran mucho. Me flipa este nuevo género que están revolucionando y que llaman hiperpop. Lo descubrí en una lista de Spotify y me fascina.

¿Te consideras un músico, un escritor, un arquitecto o un activista?

El proyecto surgió desde las redes e internet. Aún estoy experimentando cual es mi medio. Al final, la música es una de las muchas herramientas de resistencia políticas que existen y que me gusta utilizar. También me expreso en diferentes medios: a través del audiovisual, de las redes, de la escritura. Son diferentes medios que uso como resistencia política.

¿Crees que hay más opciones ahora para los músicos en España que en épocas pasadas?

Hay muchas cosas que están permitiendo nuestro acceso como Madrid Voces e iniciativas y festivales tan innovadores como Radio Primavera Sound o plataformas que dan visibilidad a mujeres, a diferentes sexuales y a un montón de gente con talento y mucho que decir. No obstante, hay una frontera y una barrera, eso nadie lo puede desmentir.

¿Es complicado vivir de la música hoy en día?

Si.

Putochinomaricon
Luces y Putochinomaricón

¿Cómo empezaste en esta movida de la música?

Empecé a tocar el piano a los cinco años. Estudié violín en el conservatorio. En un principio me iba a presentar para ser profesor, pero descubrí que quería encontrar algo más creativo. Quería crear contenido, no interpretar. Por eso me metí en arquitectura que era demasiado técnico, lo terminé también, pero seguía necesitando algo más orgánico que utilizara un lenguaje que conectara con el público en general.

En las universidades se utiliza un lenguaje demasiado académico y hace falta que el mensaje de la cultura sea más accesible para todos. Siempre me interesó el pop. En las clases del conservatorio yo tocaba tanto el Heat of the night de Aqua como Schubert.

¿Cuál fue el primer disco que compraste?

Creo que fue el de Xuxa, con la mítica canción de ilailaile.

¿Y el último?

Una edición japonesa del Baby… One more time de Britney Spears y también el disco de Dorian Electra.

¿Qué recuerdos tienes del lugar donde creciste, Vallecas?

De resistencia y de cuidados. Es un lugar muy importante para mí. Me cuidaron mucho. Me siento muy afortunado de haber crecido en Vallecas.

¿Crees que el postureo reside fuera de Vallecas?

Es peligroso utilizar el discurso de ser lo más cool. Es muy conflictivo decir por ejemplo que el barrio más cool de Madrid es Lavapiés, simplificando todas las movidas que están pasando allí, desde la gentrificación hasta las redadas racistas de la policía. Me da mucho miedo eso. El postureo es peligroso en ese sentido, en cuanto al daño que puede provocar al urbanismo y a la vida en los barrios.

¿Qué ha cambiado a nivel social en España o Madrid durante las últimas décadas?

Nunca me he parado en pensar. Siempre pienso en lo que hay que cambiar. Ahora, con el nuevo alcalde estoy muy pesimista. No sé que progreso puede haber tenido la ciudad. Las iniciativas no han sido efectivas.

¿Qué década te hubiera gustado vivir?

Me hubiera gustado vivir lo mismo, pero en Taiwan para ver qué onda. Allí, la cultura pop se entiende de otra manera y creo que sería un enunciado bastante interesante.

¿Qué prefieres comida española o comida taiwanesa?

Me encanta todo. Fusiono la tortilla con el kimchi coreano o el tofu con lo que pille. Me encanta. No puedo elegir. Cuando estoy en Taiwán echo de menos la comida de España y al revés.

Madrid
Putochinomaricón con las torres de Madrid al fondo.

¿Qué significa para Putochinomaricón el éxito?

Yo más que éxito lo que busco es cumplir conmigo mismo y con el lugar de donde he venido. El éxito está muy arraigado a una ideología capitalista. No la comparto. El auténtico éxito es cumplir contigo, con la comunidad y con tu familia. Es algo más intangible y espiritual.

Existen prejuicios contra el extranjero, el homosexual o el diferente basado en fábulas absurdas como que los chinos de España no mueren porque no aparecen en las esquelas. ¿Cómo combatir contra estupideces así?

Es complicado. Yo antes pensaba en educación, pero también es un pensamiento clasista porque no todos tenemos el mismo privilegio a acceder a cierto conocimiento o a cierta información. Lo más importante es escuchar. No solo las voces que están arriba sino las voces que están creando en este momento. Ahora se empieza a visibilizar a las disidencias o a las mujeres, pero no se ha llegado a aprender a escuchar.

Es el camino que hace la música, ¿verdad?

Totalmente. No hace falta hablar sobre el racismo per se. Solo con que hables como una persona racional de tus experiencias es hacer política porque no se ha visibilizado las vidas que sufren racismo.

Se ve también en las series de TV donde somos personas unidimensionales que abren un restaurante o un bazar y punto. Hablar de nuestra normalidad es la mejor forma de hacer política contra el racismo social e institucional tan arraigado. Yo soy una voz privilegiada. Tengo papeles, he podido acceder a una educación universitaria, pero sé que hay dificultades porque no todo el mundo puede tener acceso a ella por diferentes cuestiones.

Cada día me siento más cómodo en la contradicción. Estoy usando las herramientas que nos excluyen. Utilizo el pop que se suele usar de manera banal y le inyecto un contenido. Eso es una contradicción. Pero me siento cada vez más cómodo en la contradicción porque en realidad es lo que nos hace humanos.

Putochinomaricon
Putochinomaricón en las calles.

Recientemente hemos visto en las librerías Arroz Tres Delicias, tu libro. ¿Cómo surgió y que mensaje tratas de transmitir en sus páginas?

La verdad que todo ocurrió de manera muy orgánica. El año pasado se puso en contacto conmigo Lucía González, que trabaja en El País, y me propuso escribir una columna para la sección de Madrid sobre mis experiencias vitales y cómo es crecer y vivir en Madrid siendo una persona racializada, diferente sexual y artista.

Se lo agradezco muchísimo. Gracias a ella y a esta oportunidad descubrí que a través de este medio podía expresar muchas cosas que a través de la música no podía hacer. No quiero deslegitimar el poder de la música para expresar ideas, pero es otro espacio muy interesante. Tras leer mi columna me llamó Gonzalo, que trabaja para Penguin Random House, y ahora es mi editor, y me propuso escribir un libro. De ahí nació Arroz Tres Delicias.

El objetivo tras del libro no fue tanto representar una comunidad entera, porque cada persona es un mundo. El objetivo del libro ha sido hablar del racismo y de la intolerancia desde mis experiencias vitales. Siento que parte de un lugar muy sincero y honesto. Este libro recupera esa voz que se nos ha quitado. Es muy importante que contemos nuestras propias historias. Desde que saqué el libro lo que más me ha impresionado es la gente del colectivo que se sintieron representados en él. Ese acercamiento no lo cambio por nada. El mensaje que trato de lanzar es que sigamos luchando y enfadados. Siempre cuidándonos, pero combatiendo.

Putochinomaricon
Chenta Tsai aka Putochinomaricón

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