Lo mejor de un mágico Austin City Limits 2023

Nunca lo había tenido tan claro, este Austin City Limits ha sido el mejor de los que hemos asistido. ¿El motivo? Son varios. El primero puede parecer banal pero ha sido trascendental: el tiempo. Con unas temperaturas por debajo de lo habitual hemos disfrutado más intensamente cada actuación sin temor a sufrir una lipotimia. Otro de los factores ha sido la composición del cartel. Al contrario de muchas opiniones en Twitter o en Reddit, la apuesta por menos cabezas de cartel de relumbrón y más bandazas de clase media-alta ha creado una variedad de generaciones, géneros y artistas fascinante.

Y por último, la experiencia ha sido magnífica e inolvidable y más después de haberte visto a iconos como Kendrick Lamar, Alanis, Foo Fighters, Yeah Yeah Yeahs o Labrinth.

Si no has podido acercarte a Zilker Park o simplemente quieres volver a sentir el ACL en tus oídos, te dejamos esta playlist con las mejores canciones que han sonado este festival de ensueño y un resumen de las aventuras vividas en él.

Concertus interruptus

El concierto más esperado por todos apenas duró media hora. Los mensajes que nos llegaban de las pantallas gigantes del festi no auguraban nada bueno. Algun agorero hacía hincapié a mi lado de la mala fortuna de este ACL tras perder a Kali Uchis en el último instante tras una extraña renuncia de la artista. Los carteles advertían primero de un retraso de Kendrick Lamar debido a problemas en su vuelo y después confirmaban que el set del artista sería reducido. En ese momento no disponíamos de mayor información pero lo que no nos podíamos imaginar, tampoco Kendrick, es que una normativa municipal obligaba al festival a seguir las directrices de un estricto toque de queda a las diez de la noche. Lo cual provocó que la organización del festival le cortase el sonido al rapero de California en pleno concierto y que éste se tuviese que retirar mientras el público seguía cantando animoso sus canciones. Una regusto agridulce que no empaña una media hora de un show íntimo, sin grandes estridencias, sin leds pero con mucha presencia de arte y baile urbano. Historias de la calle que se ahogaron en el silencio de un toque de queda.

Dúos inesperados

Foo Fighters llegaron a Austin con una misión clara y un compromiso enorme con el género que representan. Querían hacer un noble homenaje a gente como los Ramones, DEVO, Metallica o incluso los Beastie Boys y por eso les dedicaron emotivos covers. Todo por el rock. Bandas y artistas que se sumaban en forma de canciones a esta reunión de unos fans incondicionales con una banda sobrada de carisma. También tuvieron un gesto con el recién fallecido Taylor Hawkins, a quien dedicaron Aurora. Después, comenzó su desfile de canciones icónicas hasta llegar al desfase final con Monkey Wrench y la sorpresa de la noche, el dúo improbable entre la banda y Shania Twain en Best of you. Shania se montó en un carrito de golf tras acabar su directo y se subió al escenario para hacernos vivir un momento inolvidable, antes de que la mítica Everlong nos dijese adiós.

Una experiencia única

Ver en directo a los Yeah Yeah Yeahs tiene varios componentes irresistibles. Primero: te encuentras delante de una de las bandas clave del underground de las últimas décadas. Segundo: Karen O es un torbellino indescriptible tan fascinante que justifica cualquier esfuerzo que hayas hecho para estar delante suyo. Por último: el show visual es tan imponente que casi te olvidas de mencionar lo terriblemente bien que suenan temazos tan icónicos como Maps, Gold Lion o Heads Will Roll y delicias más recientes como Spitting Off The Edge Of The World en directo.

Una conversión

Es cierto. He sido un infiltrado en el concierto de Alanis. Nunca fui un fan suyo, aunque tampoco un hater. Nunca he negado su condición de icono noventero y la frescura que aportó al pop en aquel momento en que apareció descalza en nuestras vidas pero prefiero escuchar otros artistas si busco los noventa. Aunque, sentía curiosidad por comprobar los sentimientos que la canadiense lograra arrancarme. Su poder nostálgico atacó fuerte mis desvalidas defensas emocionales a través de los compases de Right Through, Reasons I Drink, You Outgha Know y, por supuesto, Ironic. Lograron llevarme lejos, a los 90, a tiempos felices. Lo he de admitir. Comprendí y presencié in situ que aquel torbellino canadiense que no dejaba de moverse por el escenario tenía el poder que solo tienen los grandes artistas de colonizar tus recuerdos y hacerlos suyos. Así fue. Ahora soy uno de ellos, soy un creyente de Alanis.

El tiempo presente

Hay ruidos que representan toda una generación. La psicodelia en los 60, el sinte en los 80, el grunge de los 90… y Labrinth en los 2020. El presente es el instante de Labrinth. Le pertenece. Lo pude contemplar junto a miles de adolescentes emocionados. Él es como un tío lejano un poco macarra que les entretiene con historias atemporales y consejos vitales. Lo hace con un estilo cercano, un lenguaje que entienden y con un ritmo espectacular. A mitad de camino entre el gospel más poderoso y la electrónica más refinada, su música ayuda a crear una sinergia especial con un artista que, más allá de la deslumbrante banda sonora de Euphoria, ha logrado tejer un momento generacional en cada uno de sus conciertos. Su eco aún retumba en Zilker Park.

Una diva coronada en el parque

Suki Waterhouse es pura elegancia, sensualidad, sofisticación y buen gusto. No hay duda de que se encuentra en su prime personal y profesional, pero necesitaba demostrarlo sobre un escenario más allá de las alfombras rojas de Daisy Jones & The Six y las sábanas de satén de su famoso novio. No tardó ni dos compases en ganarse a todo el festival embutida en un elegante mono rosa y un pop sugerente que juega con el rock y las baladas de manera tan sugerente que tus oídos no pueden sino sentirse bendecidos por ser acariciados por Neon Signs, On Your Thumb, To Love o Coolest Place In The World, dedicada a un ingrato ex. Una diva coronada en el parque.

La última reina disco

El disco sucks no pudo terminar con la llama de amor, buena música y liberación del género que quiso asesinar. Jessie Ware es una de sus supervivientes más destacadas. La londinense se ha convertido en un sólido referente de la comunidad LGTBI+ y en la última reina del disco. Su directo es una maravilla con bailarines y coros espectaculares, un set divertido con canciones bailables y un talento único para hacer todo ello con una elegancia especial. Sin duda, Jessie Ware y sus What’s Your Pleasure?, Selfish Love o Free Yourself han sido puntos álgidos de este festival al igual que su emotiva versión del Believe de Cher.

La mujer instrumento

Tash Sultana es #multiinstrumentalista. Tiene un rollo DIY que hace de su música y sus directos algo único. Es capaz de tocar cualquier instrumento y no necesita a nadie más para montar una fiesta molona. Aunque se había traído a Austin a parte de su banda, fue ella la que interpretó la mayor parte de su repertorio misma mientras no paraba de cantar, cambiarse constantemente de instrumento, controlar las bases… Todo un show que nos recuerda a los músicos callejeros que tanto la han inspirado.

Rimas con sentido

Little Simz es calle, es sofisticación, es pelear con rimas y es puro estilo. Todas estas bondades la han llevado a convertirse en uno de los rostros más radiantes de la nueva escena urbana británica. Y todo ello confluyó en Austin donde hizo gala de su estilazo habitual sin necesidad de desfases visuales ni ningún tipo de parafernalia para meterse al público en el bolsillo. I love you, I hate you, Gorilla, Point and Kill o Selfhish nos ayudaron a profundizar en sus rimbombantes letras y ritmos. Incluso se atrevió con un María María de Santana que nos dejó alucinados. Veánla, es increíble. Merece la pena.

Gélido carisma

Gus Dapperton son fríos, no gélidos como los Portugal. The Man, que les precedieron y que son dignos representantes de su congelada Alaska natal. Esa frialdad impostada y su actitud melasudista les convierten en una banda muy interesante con ciertos tintes de carisma como los bailes a lo Jagger de Brendan, sus momentos de introspección en el sillón de la abuela que se trajo al escenario y el buen rollo entre él y su teclista, los cuales hicieron que canciones como Palms, My Favorite Fish u Horizons sonasen aún mejor.

Desmadre en el Austin City Limits

Mars Volta es un desmadre sin igual. Parecen sacados de un tugurio que sirve cócteles explosivos con esencia del rock de los 70, unas gotas de funk, un kilo de tabasco y una sazón de ritmos ardientes latinos. No pueden molar más ni ser más carismáticos. Hiperactivos como pocos, la banda de El Paso se crece en los conciertos. Sus canciones adquieren entonces las connotaciones alocadas y festivas para las que fueron compuestas y cuyo contexto se pierde cuando las escuchas en casa. Una maravilla sonora que provoca un sinfín de bailes, pogos y movimientos espasmódicos en los cuerpos que no saben procesar sus ritmos diabólicos.

Hasta el año que viene, ACL!

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