Existen tipos como Kenneth Threadgill y locales como Threadgill’s que han escrito la historia de la música con su puño y letra. Su mente abierta creyó en quimeras como la integración de los músicos negros arrinconados por la segregación racial en los 50 o Janis Joplin en los 60. Ella es su legado más universal cuyo susurro en medio de la noche de Threadgill’s aún evoca tiempos de contracultura y rebelión. Su memoria sigue viva gracias a la labor de Eddie Wilson, creador del Armadillo y actual propietario de Threadgill’s, un templo mitómano que aún esconde un sinfín de historias. Una herencia cultural amenazada por la gentrificación de Austin.
Threadgill´s, el hogar de la música
En una calurosa tarde de verano de mediados de los 60, una chica con ganas de mostrar su talento se encuentra en una esquina de Austin junto a unos amigos músicos. Un coche se detiene y les invita a conocer un lugar especial en North Lamar reservado para amantes del hillbilly y la buena música. Una vez dentro del coche se presentan. En la parte delantera del coche: Jack y Chuck Joyce, músicos de una banda local llamada Hootenanny Hoots. En los asientos traseros, una risueña mujer de Port Arthur, Texas, de nombre Janis Joplin.
Cuando Janis entró por primera vez a Threadgill’s sintió su magia, el olor a música, el sabor de las historias por contar sobre un escenario. Sensaciones que son comunes a todos los entramos en este templo a la música. Pero la historia de este bar comienza mucho antes.
Kenneth Threadgill llegaba al mundo en Peniel, a unas 50 millas de Dallas, en 1909. Su padre trabajó en diferentes iglesias de Texas y Nuevo México, lo que sirvió al pequeño Kenneth para conocer los sonidos del Sur. Siendo un adolescente se muda a Beavumont donde trabajaba como portero del Loew State Theather.
Allí conoció a un hombre que le cambia la vida, el músico de country Jimmie Rodgers, una noche de 1928 después de escucharle cantar Waiting for a train. A Janis le encantaba la historia pues Kenneth la contaba a menudo. Ambos mantuvieron una amistad hasta la muerte del cantante en 1933, un año crucial para Kenneth.
Austin le recibía junto a su mujer, la entrañable Mildred, en 1933 con un empleo en una gasolinera Gulf a las afueras de la ciudad. A través de un aeropuerto cercano importaba Jax Beer de Louissiana. Aún seguía vigente la ley seca y así se sacaba una paga extra contrabandeando.
Su legado musical comenzó durante un concierto de Hank Williams en el Dessau Dance Hall de Austin cuando tomó el escenario ante el retraso del mito del country.
Poco después, compra la estación de servicio y coincidiendo con el fin de la ley seca consigue la primera licencia de Texas para vender alcohol. Lo cual produjo un aluvión de gente con ganas de saciar su sed de licor. En su nuevo local tocaba hillbilly con sus amigos mientras disfrutaban de una cerveza fría. Ese ambiente musical atrajo a una primera clientela fiel hasta que estalla la II Guerra Mundial. Threadgill trabaja como soldador para apoyar el esfuerzo de guerra y cierra su bar hasta 1945.
Una vez finalizada la contienda, reabre su local y crea una banda, los Velvet Composture. Al principio lo hacen para divertirse pero tras ver la reacción de la gente se plantearon grabar algunos temas de su ídolo Jimmy Rodgers.
A lo largo de los 50 músicos de toda condición y raza se acercaron a tocar a Threadgill’s. Kenneth les premiaba con dos rondas de birra gratis. En Threadgill’s se integra por primera vez el talento negro que encuentra un ambiente tolerante nunca visto hasta entonces. Al principio, solo contaban con un micro conectado a un amplificador. Un ambiente tan musical comienza a llamar la atención de los universitarios de la Universidad de Texas por la originalidad de su propuesta.
El primero en llegar fue Stan Alexander, un legendario estudiante de la universidad que se enamoró del lugar. Fue el vínculo para que una generación de hippies, fumetas y amantes del country progresivo se uniesen a blancos amantes del yodel y cantantes negros bajo un mismo techo.
Una revolución llamada Janis Joplin
Los miércoles eran noches de Open Mic. Un local lleno con cervezas servidas por el propio Kenneth envuelto en su delantal donde no había escenario, backstage ni ningún tipo de ceremonia.
Los participantes brotaban del público y paseaban entre las mesas interpretando viejas canciones de blues, hillbilly o country. Una de las asistentes a este inigualable show iba a marcar el destino del bar y de la música americana. En una mesa aguardaba su momento una hippie con aspecto de no haberse lavado en días.
Era la imagen de la modernidad del momento. Se la veía un tanto tímida sin Powell Sant John y Lanny Wiggins, que formaban parte de una banda llamada Waller Creek. Ella llegaba a Austin para liberarse, olvidar sus frustraciones y explorar su talento. No dudó. Micrófono en mano deslumbró con Silver Threads and Golden Needles, de Wanda Jackson. Su voz fue un hechizo.
Las crónicas afirmaban que Janis había sonado como un chillido aburrido. Poco importaba. Kenneth inició esa noche una relación de profunda amistad con ella. Siempre afirmaba que Janis no había comenzado su estrellado en su taberna sino que ella había comenzado a hacerse a si misma allí.
Janis comienza a llamarle Silver Hair Big Daddy por su langa cabellera blanca y su bondad. Los miércoles empezaron a ser tendencia por los shows emocionales y casi psicotrópicos de los Waller Creek. Su voz susurraba canciones de Joan Baez o Judy Collins mientras su carisma, se elevaba más allá del techo de Threadgill’s. El calor de las veladas era épico. El local solo dispuso de un ventilador en el techo hasta su primer aire acondicionado en 1974.
Kenneth admitía que entonces Janis no se metía drogas aunque si solía beber en abundancia. Con una copa en la mesa y otra en la mano compartían conversaciones sobre la vida y de un pasado de rechazos y sueños rotos. Mientras, la fama de Janis comienza a traspasar las paredes del bar y la lleva lejos, al sueño hippie de California.
Para entonces Threadgill’s se ha convertido en el icono de la escena de Austin y a su amparo crecen además de Janis, bandas como Blind George McLain, The Great Scotts, Freda and The Firedogs y los demás rostros de la escena de Austin de los 60 y los 70. Janis nunca se va de su vida y lleva a Kenneth al festival de Newport de 1968, donde comparten escenario ante más de 70000 personas.
En el backstage del festival coinciden con los músicos más brillantes de su generación. Todos caen rendidos ante la sabiduría y el carisma de caballero sureño de Kenneth. Brotan historias de Jimmie Rodgers y una idea surge de la cabeza de Janis: Grabar las canciones que han marcado la vida de Threadgill.
El proyecto entusiasma a Kris Kristofferson, un admirador de ambos y se citan para trabajar en el disco. Threadgill se emociona. Les recuerda que ya en alguna ocasión había grabado un par de 45 rpm que terminaron en nada.
Regresa a Austin tocando con su banda versiones en los principales locales de la ciudad como el Split Rail o el Chequered Flag, un bar gestionado por el folkie y poeta Allen Wayne Damron. También gira por el centro de Texas acompañado, a veces, por Dolores and the Bonnet Boys.
El último baile con Janis
Cada año, la capital de Texas organizaba con mimo los cumpleaños de su entrañable estandarte musical, ninguno como el de 1970. Todo estaba preparado para una gran celebración pero una sorpresa eclipsó cualquier preparativo. Janis aparecía en escena con sus plumas, sonriente y feliz de reencontrarse con su mentor. Llegaba de una largo viaje tras dos actuaciones en Hawaii y renunciar a un multitudinario concierto con una caja de 15000$.
Le trajo un regalo de Hawaii y Threadgill le dedicó sus mejores versiones de Jimmie Rodgers despidiéndose como hacen los seres queridos, hasta la próxima. Pero no hubo otra vez. Janis moría poco después presa de penas y drogas para dejarnos su voz y su alma en vinilo.
La pérdida sumió a Kenneth en una gran tristeza pero la vida siguió a un ritmo frenético. Tras la muerte de Janis, Kris Kristofferson le escucha en el Dripping Springs Reunion. Este peculiar festival es conocido como el Woodstock del Country, una iniciativa de diversos artistas y cuatro empresarios de Dallas.
Es considerado como el despegue definitivo del country progresivo y de Austin como escena musical emergente. La promo del festival se llevó casi en secreto y solo 3000 o 4000 personas tuvieron la suerte de vivirlo. Tras este misterioso festival, Kristofferson decide llevarle a Nashville a grabar con el beneplácito de Willie Nelson.
Un disco en el olvido
En Nashville la promesa de Janis comenzaba a cumplirse. Kristofferson había logrado un equipo integrado por Johnny Gimble, el propio Kris Kristofferson y Waylon Jennings. La sesión dio a luz una master tape con lo mejor del repertorio de Kenneth Threadgill. Una pieza de coleccionista que fue pasando de mano en mano durante años sin que ningún sello se ofreciera a darle salida comercial. Años después, el propio Kenneth, temeroso de que su contenido se perdiese para siempre, trató de compralas a Jennings obteniendo una increíble negativa.
De regreso de Nashville participa en el festival de Kerville de 1972. Abre el festival en medio de una gran expectación por su futuro disco mientras cientos de emisoras de radio retransmiten el evento. Austin presumía entonces de escena con nombres como Michael Murphy, Jerry Jeff Walker, el icónico Willie Nelson, Steve Fronholtz o la Uncle Watt´s Band.
Un cambio de rumbo
A principios de los 70, el local seguía siendo un hervidero. El jefe de bomberos desalojó Threadgill’s en varias ocasiones debido a un exceso de aforo. Sin embargo, 1974 fue un año triste para Kenneth Threadgill. El diario Austin American Statesman, vecino en la actualidad de Showmoon, desvelaba una serie de actos vandálicos contra el local.
La noticia se hacía eco de la intención de la Building Standard Comission de demoler el antiguo Threadgill’s por su estado decadente. Kenneth comenzaba a tener en mente una posible venta del terreno pero nadie se interesaba en ese momento por el edificio. Poco después de estas palabras fallece su compañera de vida, la dulce Mildred.
En ese momento, surge la figura de Eddie Wilson para salvar el legado de Kenneth. Eddie Wilson compraba Threadgill’s con la promesa de mantener abierto el local y asegurar una jubilación digna a su fundador. Eddie era el creador del Armadillo Headquaters, un gran impulsor de la música de Austin, y un punto de inflexión en esta historia.
Sueños rock en el Armadillo
Como estudiante de la Universidad de North Texas fue parte importante del grupo Folk Music Club, fundado por Stan Alexander. Es decir, fue de los primeros universitarios en descubrir el universo musical de Threadgill’s. Pronto entendió la trascendencia de la escena musical de Austin. Por ese motivo, co-funda el Armadillo Headquaters y se convierte en un continuador del trabajo de Kenneth y del Vulcan Gas Company, el lugar clave del rock de los 60 en Austin, que cerró sus puertas en 1970.
Justo ese año, Eddie pretende dar a la ciudad un sustituto del Vulcan. En ese momento era manager de una banda local llamada Shivas’ Headband. Una noche de concierto se percató de una antigua armería abandonada donde fundó su mítico local. Poco a poco fue logrando que sus míticos carteles del cartelista Jim Franklin contuviesen nombres como Bruce Springsteen, Frank Zappa, AC/DC, Patti Smith, Ray Charles, Alice Cooper o ZZ Top.
En los 70 la revista Rolling Stone enviaba a sus mejores plumillas a cubrir los eventos cargados de libertad y marihuana que eclosionaban en el legendario Armadillo Festival. Al igual que sucedió con Kenneth, el ambiente creado por Eddie y su equipo abarcaba todo tipo de estereotipos sociales.
Ediie regenta ambos locales desde el 74. El 30 de diciembre de 1981 transformaba el viejo Threadgill’s en un restaurante siguiendo los pasos de la cocina casera de su madre, su gran referente foodie. Ese sello de cocina casera texana aún perviven en sus locales.
El último adiós
En 1978 se celebra en el lugar que tantas veces le vio actuar, The Split Rail, el 69 cumpleaños de Kenneth en otra demostración multitudinaria de fervor hacia su figura. Allí, narró a Bill Oackley del Austin American Statesman los pasajes de su vida que te hemos contado. Kenneth confesaba en el reportaje llevar un año sin probar una copa y haber perdido 60 libras.
Kenneth siguió tocando en su antiguo local casi hasta su muerte. Antes, gracias al Armadillo logró al fin registrar en un disco las canciones que había tocado durante toda su vida. El título no podía ser más apropiado: Long Hair Daddy.
Cuando le preguntaban por ese mote, él simplemente respondía: Creo que es debido a que soy el más viejo por aquí y los demás han muerto antes que yo. Disfruto mucho de estar rodeado de los jóvenes. Me encanta su energía y poder hablar de música con ellos. Tengo amigos mayores pero no tenemos las mismas aficiones.
Kenneth se reune con Mildred un 20 de marzo de 1987. Eddie continúa su legado. En 1996 convierte el viejo Armadillo en un restaurante museo de toda una época. Un retrato de Kenneth junto a Janis decora la pared que recibe a los visitantes de este auténtico templo. En él, Eddie ha creado el Gospel Brunch, celebrado dos domingos al mes, combinando la gastronomía y la mejor música de la ciudad. Un suculento atracón de sensaciones únicas.
Del susurro de Janis al ruido de la gentrificación
La cocina casera del lugar ha sido referente de Austin durante años con sus fabulosos steaks texanos, sus sirloins, sus hamburguesas y una enorme variedad de pollo frito y entrantes. El sueño que comenzó en una gasolinera y que un susurro de Janis Joplin inmortalizó ha sobrevivido a todo tipo de circunstancias. Sin embargo, el aumento del precio del suelo en Austin ha disparado las especulaciones sobre una posible venta.
Hemos contactado con Eddie, al que agradecemos su amabilidad, pero por cuestión de agendas ha sido imposible reunirnos para hablar. Aún no podemos confirmar que las tablas que pisaron Ray Charles, ZZ Top, José Feliciano, AC/DC o Frank Zappa terminen convertidas en un lujoso condominio con vistas al Colorado.
Eddie advertía en el Austin Chronical en octubre pasado de la dificultad de renovar un alquiler que se ha multiplicado por 600 en los últimos cinco años llegando a la escandalosa cifra de $38000 mensuales. Esta problemática no incluye el primer Threadgill’s de North Lamar, la vieja gasolinera convertida en quimera musical. La solución para mantener viva la llama del Armadillo pasaría por un doloroso traslado.
No obstante, Threadgill’s Armadillo World Headquarters aún resiste en la ubicación que le vio nacer en 1970 pero quizás estemos ante el fin de un paradigma y la muerte de ese Austin libre, bohemio e integrador que ha existido gracias a personas como Eddie y Kenneth. Parece que se acerca el día en el que el susurro de los versos deje su lugar al ruido de la gentrificación.
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