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Guía bohemia de Nueva Orleans

Guía bohemia de Nueva Orleans

Existe una historia por contar en Nueva Orleans. Todo el que viaja a esta ciudad encuentra la suya propia. Bohemia decadente, fiestas salvajes, recetas centenarias y el sonido del jazz festejando la vida forman parte de ella. A continuación te vamos a contar una de esas historias rodeadas de leyendas y noches locas que suceden a aquellos afortunados que visitan Nueva Orleans.

La dama europea del Mississippi

La vida en el centro de Nueva Orleans sucede entre bellas calles de inspiración europea. A veces, caminas por París, otras por Londres, en algún callejón surge el encanto de la arquitectura española y en todos sus rincones encuentras una postal para enmarcar. Encanto colonial, criollo, multirracial, un festín para los sentidos. Así es esta ciudad del pecado y la redención.

Tanta belleza se concentra en un barrio francés que no oculta su pasado de vudú, fantasmas y luchas por la libertad. En alguno de estos edificios tan estéticos aún suena el eco de la esclavitud. La ciudad cumple 300 años y posee el encanto de una mujer madura que es de todos y de ninguno.

La historia de esa fascinante Nueva Orleans se escribe desde que Jean-Baptiste Le Moine de Bienville encontrase un lugar seguro más allá del delta del Mississippi donde las aguas no pudieran destruir sus preciosas viviendas.

En 1763, la corona francesa premió a España por su ayuda en la lucha contra sus rivales británicos. Los españoles habían perdido La Habana y Manila durante un breve periodo de tiempo y fueron compensados con la joya francesa en América: Louisiana.

A pesar de la oposición de los lugareños, los españoles dejaron su huella en la ciudad. Reconstruyeron el Barrio Francés, en ruinas tras un incendio, prohibieron la esclavitud y rehicieron su espectacular catedral en 1793. En la actualidad es una basílica y la catedral más longeva de Estados Unidos.

Napoleón decidió recuperar la ciudad pero los franceses no tardaron en venderla a los florecientes Estados Unidos. Después vendrían los tiempos de la Confederación, la Guerra de Secesión, la Ley Seca y el florecimiento de un ritmo eterno que ha cambiado la historia de la música.

Jazz, el ruido de Nueva Orleans

No importa donde te encuentres. Unas estrofas saltarinas te asaltan los oídos. El jazz vive en cada baldosa de la ciudad y todos sus habitantes lo llevan dentro. Niños haciendo percusión con botes de pintura o bailando claque ennoblecen un entorno idílico en las calles. El jazz nació allí y en realidad toda la música negra.

Muchos turistas se pierden en la inmensidad de City Park, dos veces el tamaño de Central Park. Craso error. La mejor manera de comenzar a escribir tu historia en Nueva Orleans es honrar al jazz visitando el Louis Amstrong Park. En su interior se encuentra Congo Square,

En la plaza, traficaban con los esclavos provenientes de África que llegaban al Nuevo Mundo con una sonoridad desconocida por el hombre blanco. Allá por el siglo XVIII, comenzaron a reunirse cada sábado en la plaza para tocar sus instrumentos y cantar su penas. De esa manera se instauró un día musical y nació el jazz.

A escasos metros se encuentra una estatua gigante del gran Louis Amstrong. Tras postrarse ante su sonrisa inmortal, perderse en las calles del Barrio Francés es un placer que transporta a ese pasado colonial que nos legó sufrimiento, música y belleza arquitectónica.

Frenchmen St

Bajo esas premisas se ha construido una ciudad cargada de leyendas y cruces de culturas. El Vudú es fruto de ello y sus tiendas e historias te descubren otras tinieblas fascinantes. También el jazz.

En esas calles balconadas con flores y colores parece que el tiempo se detiene. Es un colocón visual al borde del mal de Stendhal. Y en medio de un trance aparece Frenchmen Street.

The Spotted Cat Jazz Club

Esta coqueta calle posee los clubes de jazz más bohemios de la ciudad. Algunos tan fascinantes como el Spotted Cat Jazz Club, que da cobijo a lo mejor del Dixieland Jazz de la ciudad con mucha autenticidad. Los aullidos nocturnos del local se entremezclan con su vecino en la acera de enfrente, el d.b.a. Este club tiene una estética de ensueño aunque su acceso es de pago.

A estas alturas el hechizo de la ciudad no te dejará escapar. Un mercado contiguo al Spotted Cat muestra el arte callejero más cool de Nueva Orleans en un entorno de graffittis y sofisticación que parece sacado de París.

La calle no da tregua y el Blue Nile espera unos metros más allá. La noche se vuelve más colorida. Sus graffitis y su variedad cervecera a buen precio son el preludio del jazz urbano más alternativo. Muchas de sus bandas tocan también en las calles y las encontrarás poniendo banda sonora a Bourbon Street.

21st Amendment Club

El club de jazz más sofisticado de Nueva Orleans se encuentra lejos de allí, en Iberville esquina Bourbon. El 21st Amendment recrea la era de la Ley Seca con su decoración años 20, sus ametralladoras Thompson presidiendo la barra, sus cócteles vintage y sus bandas de jazz. En él nos encontramos con Chet Baker renacido y una banda con un sonido para enamorarse aún más de la ciudad. El Amendment siempre tendrá el sabor de un Double Barell Manhattan en mis labios.

Cajún, La Gastronomía Más Insólita y Sabrosa del Mundo

Beberse la noche en esta ciudad es puro placer. Aunque, el hedonismo no solo se desata en el vaso sino también sobre el plato. La gastronomía de Nueva Orleans es una de las más sabrosas del mundo. Su picante es una sinfonía de sabores que excita tu paladar y conquista tu lengua con placer sin las estridencias de otras gastronomías famosas por su picante.

Las noches del French Quarter disfrutan con la irreverencia del Deja Vu. Volverás una y otra vez a sus sabores como si de un auténtico Deja Vu se tratara.

Deja Vu

Sus croquetas de cocodrilo y especias tienen un sabor sobrenatural. A su lado no puede faltar Seafood Gumbo, una sopa picante pero increíblemente sabrosa que incluye mariscos, arroz y todo el sabor de la Cocina Cajún. Indescriptible.

El Deja Vu es un buen lugar para saborear Jambalaya. Este arroz con salchicha es un mito de la ciudad consumido con devoción durante el Mardi Grass, el carnaval de Nueva Orleans. Desciende de los españoles, que empeñados en crear una paella con los ingredientes de Louisiana se encontraron con un arroz sabroso único en el mundo.

Desde 1833 todos los caminos de la ciudad conducen a una terraza del Mercado Francés. En sus sillas bajo un colorido toldo verdiblanco se puede sentir el aroma de Casablanca o de cualquier punto de la Francia colonial. Su menú solo incluye una referencia que se ha convertido en el sabor de Nueva Orleans.

Café Du Monde

Bienvenidos al Café Du Monde. Sus beignets te harán volver una y otra vez a su hojaldre cremoso recubierto por azúcar glass que te enamorarán con la pasión del primer amor. No hay mejor viaje foodie que recrear en tu boca las texturas endiabladas del beignet original. Vudú en hojaldre, totalmente adictivo.

Cuando el sol dibuja los balcones del French Quarter una radiante gastronomía reivindica una forma de vida. Más allá del Casino Harrah´s donde puedes disfrutar dejando la bolsa en sus mesas, se encuentra el custodio de las viejas recetas de la cocina de Louisiana.

Mulate´s es un recorrido por las cocinas criollas, las diferentes culturas de Louisiana y el Mississippi. Su aspecto de salón de western anticipa delicias de otros tiempos. Un saber culinario centenario que se resume en un solo plato: Cajun Sampler. Este copioso milagro gastronómico incluye patas de rana, cocodrilo, tilapia, calamares y sorpresas únicas espolvoreadas con las especias sagradas de Louisiana. El paladar sonríe. El postre es un punto fuerte de este lugar con su copa de Oreo Cake ideal para cerrar un momento cumbre.

Mulate’s

En las inmediaciones de Jackson Square, junto a la antigua residencia del Cabildo español, se encuentra un lujoso pero asequible restaurante de una belleza sobrecogedora. Es inevitable sentirse un señor colonial en las mesas de madera y la decoración exquisita de Tableau. Su patio donde dos Cupidos juegan en torno a una fuente y bajo un jardín vertical es el lugar más celestial de la ciudad.

En la mesa dos platos piden acción a tus papilas. La Sopa de Tortuga exhibe un extraño y poderoso atractivo. El Seafood Gumbo de este lugar mágico justifica una visita a este delicioso restaurante con una sublime carta de vinos y espirituosos.

Tableau

Tras un trago, la boulangerie más exquisita abre sus puertas a unos metros de allí. Leah’s es un clásico desde 1944. Sus pralinés recrean las texturas finas de los mejores chocolates parisinos con un punto exótico. Su diversidad fascina destacando sus pralinés de ron y el tradicional, pero puedes encontrar ingredientes como naranja, avellana, nuez e incluso bacon. Un placer culpable que bien merece una tregua con la báscula.

Una Noche en Bourbon St

La noche cae. Bourbon Street comienza a hervir sobre las siete. En sus aceras pululan predicadores, bailarines callejeros, homeless con historia, músicos, muchos turistas y lugareños fascinantes. No hay dresscode y la gente de la zona le confiere un exotismo maravilloso, peinados increíbles y un estilo femenino que es un show en si mismo.

Un cóctel granizado tiene la llave de la noche. Buscamos la perdición en la Hand Grenade, el cóctel más afrodisiaco y poderoso de la ciudad. A él encomendamos nuestros pasos. Los diversos Tropical Isle ofrecen estas maravillas y su vistosa botella es un pasaporte con el que puedes entrar en casi todos los clubes de Bourbon.

Hand Grenade

No obstante, la noche comienza en el club más antiguo del estado, el Old Absinthe House. Desde 1807 sirve las mejores Absentas del mundo y las llamas de sus flameados crean un momento purificador para encomendarnos a Nueva Orleans. Una copa en Fritzel’s siempre es necesaria para honrar uno de los clubes de jazz más reconocidos de la bella ciudad criolla.

A pesar de su estética y de la cercanía del público con las bandas es un lugar muy reservado a turistas. El Musical Legends Park es otra buena elección turística para, en este caso, disfrutar al aire libre de buen jazz, aunque ninguno tiene el encanto del Preservation Hall, a pesar del coste de su entrada.

Old Absinthe Club

La noche se abre paso mientras nuestras neuronas bailan al son de Bourbon Street estimuladas por el poder del Hand Grenade. Comienza un peregrinaje por los locales de esta calle convertida en mito de la noche. El Cats Meaw es divertido y tiene un balcón con unas vistas increíbles pero sus noches karaoke y sus chupitos no son la Nueva Orleans que espera un auténtico dandy. Esa Nueva Orleans soñada se encuentra en The Balcony.

Este lugar apenas transitado está solo reservado a los verdaderos amantes de la noche. Su estética de club clandestino y su acceso a través de una angosta escalera esconde una pista donde reina la música negra. Un R&B que se escapa por la terraza que ofrece unas vistas picantes de Bourbon presididas por el Hustler Club.

Noches sin fin

El R&B y el Funk son patrimonio del 544 Funky Club. Esta delicia sonora cuenta con MCs descarados, bandas de sonido celestial y un público entregado. A escasos metros del 544 surge la divertida figura del Razzoo. Allí descubrirás la diferencia entre música en vivo y show. Bandas locas que enloquecen al público que baila al unísono con movimientos sincronizados temazos que van desde el rock más salvaje al hip hop más bailable. Puro Nueva Orleans.

Razzoo

El R&B más radical pasa las noches en el Bandstand. Ritmos urbanos, MCs con ganas de hacer ruido y mucho twerk en el público y en el escenario. Una experiencia que te conducirá plácidamente hacia la madrugada más salvaje de tu vida. Entre sorbo y baile el hambre se abre paso y antes de rendirte a Morfeo conviene disfrutar de Ali Baba.

Este libanés está regentado por un ex boxeador amigo íntimo de Bill Clinton, como atestiguan las fotos y las historias del local. Su Shawarma es el broche de oro a la noche. También merece la pena probar los míticos Lucky Dogs, cuyo carrito callejero en forma de salchicha es un clásico de la zona.

Bourbon es diversión en estado puro, la calle te conduce de bar en bar confundiéndote entre gente de todas las razas y culturas. Poco importa de donde vengas ni lo que tengas. Ese es su encanto. Aunque, los lugareños siempre aconsejan salir por la zona ubicada entre Jackson Square y Frenchmen Street, donde se agolpan bares eclécticos con menos turistas y propuestas más interesantes.

Belleza colonial

French Quarter es una concatenación de bellezas arquitectónicas sinfín. Sorprenden los carteles recordando sus nombres en español en una muestra de gratitud por la labor constructora de sus antiguos dueños. En la Calle Real, hoy Royal Street, se ocultan de las noches locas de Nueva Orleans alguno de los edificios más chic y galerías de arte que enlazan tradiciones indígenas y africanas, Estados Unidos, París, Londres y España.

Europa pasea por Nueva Orleans y se hace global en el Mercado Francés. Una estatua dorada de Juana de Arco indica el inicio de un mercadillo gigantesco. Souvenirs, moda y gastronomía se dan cita en este lugar en pie desde comienzos del siglo XIX. Comer tamales de cocodrilo, tortuga, ostras, queso español y cualquiera de las delicias de Louisiana es posible en este vecino del irresistible Café du Monde.

Jackson Square

El Mercado Francés desemboca en Jackson Square. Esta plaza vive sus días a la sombra de la Catedral de San Luis, la vieja residencia del Cabildo español y unos edificios coloniales que te extraen de Estados Unidos para llevarte lejos, quizás a Sudamerica, quizás a tiempos lejanos.

La estatua ecuestre del mayor Jackson antecede a una visita obligada a la basílica, de la que impresionan sus frescos, sus ángeles de mármol y su arquitectura diseñada por un andaluz cuya lápida nos recuerda su labor.

Jackson Square

En la plaza se vive una diversidad muy sintomática de la ciudad: Bandas callejeras de jazz, contadores de fortuna a través del tarot y la lectura de manos, masajistas asiáticos y desde luego muchos turistas.

Más allá de este paraje único, el Mississippi se abre paso con su majestuoso caudal y sus bellos Steamboats. Estos barcos de vapor parecen sacados de un buen Western y en su refinado interior aún se organizan fiestas y cruceros por el río. Los más demandados son el Criolle Queen y el Natchez.

Lejos del barrio francés nace otra Nueva Orleans fruto del ensanche burgués del siglo XIX, donde ricos propietarios de plantaciones instalaron sus fastuosas mansiones. Los habitantes del Garden District decidieron residir eternamente en el cementerio de Lafayette. Inspirador de la obra de Anne Rice y set de cine de películas como Entrevista con el Vampiro, es un ejemplo inmortal del gótico sureño. Una buena excusa para viajar en los viejos tranvías de la ciudad que comunican el Barrio Francés con la zona.

Sus espectaculares lápidas desafían desde 1833 al paso del tiempo, el abandono durante décadas e incluso al Katrina. Sus avenidas llenas de panteones son tan espeluznantes como fascinantes. Al igual que Lafayette, el cementerio de San Luis encierra un sinfín de historias y da cobijo a personajes míticos como Marie Laveau, la Reina del Vudú. Sus panteones son parte de esa Nueva Orleans que late en las penumbras del tiempo.

Lafayette

Más allá de Nueva Orleans: Plantaciones, cocodrilos…

Louisiana es una gigantesca jungla con pantanos que nadie se atrevería a cruzarlos. Cocodrilos y reptiles de todo tipo esperan a las planeadoras que recorren sus secretos para gozo de los turistas incluyendo visitas a granjas donde alimentar a los reptiles con tus propias manos.

Resulta inevitable visitar las exquisitas plantaciones que se encuentran a unos 100km de la ciudad. Laura o Oak Alley narran la triste historia de cientos de esclavos que se hacinaban en casas de madera mientras sus amos disfrutaban de la opulencia de casas de estilo colonial que sorprenden por su frágil belleza.

Laura Plantation

A unos kilómetros al oeste de estas plantaciones se encuentra una zona muy fértil donde se asentaron unos franceses expulsados de Canadá trayendo consigo la gastronomía Boudin. Su manera exquisita de especiar salchichas dio lugar a un tipo de cocina que hizo evolucionar al resto de Louisiana en los fogones. Lugares tan auténticos como Billy´s, en la ruta a Texas, son un lugar de peregrinaje para probar rollitos, carnes, bolas de carne especiada o empanadillas.

A pesar de emprender tu viaje de vuelta, nunca terminarás de abandonar esta ciudad. Al salir de Nueva Orleans verás un enorme cementerio bordeando la autopista donde descansan las almas de aquellos que entregaron su vida a Nueva Orleans. Una sensación de empatía te invadirá. Al igual que ellos una parte de ti se quedará en aquella ciudad.

Un embrujo se apodera de ti. Ha sido la ruina de muchos pobres chicos. Y yo lo sé, soy uno de ellos. Mientras se desvanece la canción de los Animals, una voz en tu mente te dirá: Volveré.

One Time In New Orleans
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